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domingo, 16 de junio de 2013

Bestia en el país de las esencias

Por fin había aterrizado. Estaba furioso. Se bajó de la nave en busca de algo que devorar... Pero no había nada, solo un lago viscoso bajo sus garras. Empezó a andar, haciendo que la tierra temblara a su paso. Su estómago rugía y él cada vez estaba más y más rabioso. Si no encontraba algo pronto, destrozaría aquel lugar condenado.
    De repente vio algo en el lago, delante de él. Era una mancha de un rojo oscuro y brillante. Sus pasos firmes y rápidos le llevaron hasta donde se encontraba, pero no veía lo que era. No parecía que hubiera nada, solo la misma sustancia espesa y viscosa que cubría todo lo demás al alcance de su vista, aunque solo era de ese color tan llamativo ahí, en esa mancha que parecía llamarle. La estuvo contemplando por un tiempo, embobado, hasta que su estómago, ardiente, le volvió a recordar su hambre. Soltó un lamento que hizo temblar los vidrios de su nave, que ahora era solo un punto en la distancia. Tenía que encontrar algo pronto, así que se dispuso a avanzar, pero, al pisar la mancha, lo tragó.
    Se fundió con ella. Veía una cascada reluciente, un prado y árboles con frutas brillantes de todos los colores. Lo veía todo y oía pájaros cantar, pero no se veía a él. Tampoco se sentía, solo podía observar esa bonita escena. Y eso y nada más hizo por un buen tiempo, hasta que su preocupación y su miedo fueron demasiado molestos y lo hicieron salir. Ellos no podían cobijar a alguien que no lo quería, tuvieron que expulsarlo.
    Allí cayó otra vez, justo donde estaba antes, delante de la mancha, pero ahora se dio cuenta de que algo había cambiado. Empezó a reconocer otras manchas, de otros colores, incluso de algunos que no había visto nunca antes, esparcidas por esa superficie pegajosa. Decidió que en alguna tendría que encontrar algo que comer como fuera y se puso a andar hasta la más cercana.
    En cada mancha encontraba las escenas más encantadoras y en ellas sentía paz hasta que su vientre y su desesperación se apoderaban de sus sentidos y era expulsado una y otra vez. Fue de una esencia a otra por más de cien años hasta que un día se fundió con una mancha diferente a las demás, una mancha oscura que no relucía, y desde la nave se oyó un rugido terrible. Y luego nada.


=) (R)

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